Mi perro
Vivo en Estados Unidos pero una parte de mi vida ocurre en otro país. En ese país murió hace poco mi perro, que no era mío, por supuesto, ni de nadie. O mejor: él era mío como míos son mi hija o mi papá; pedazos míos de mí que no me pertenecen. O quizá sea más cierto lo contrario: yo era su humano, su hijo; extensiones de sus cuerpos con diferente nombre… En fin, lo que quiero decir es que con mi perro murió una parte de mí (no un momento de mi vida, no unos recuerdos, no una experiencia). Ahora estoy un poquito menos vivo, un poquito menos por ahí. Pero no se asusten. Por casualidad, hace unos días se me aparecieron estos versos en un poema de Roberto Juarroz (otro día les hablaré de él):
Donde siempre hubo una espera
ya no hay nada:
mi perro me ha enseñado a morir.
Y bien, en toda pérdida hay un regalo: nuestros muertos nos educan. Nos preparan. Nos enseñan que somos suyos, que siguen aquí. Por eso, cuando también seamos polvo, se me ocurre, los volveremos a ver…
Percy
Pensando en mi perro (que en realidad era de varios) recordé a Mary Oliver (1935-2019), una poeta estadounidense que escribió varios poemas sobre sus perros e incluso les dedicó un libro entero, Dog Songs. Pese a haber ganado el Premio Pulitzer y el National Book Award, su obra aún no convence a los críticos literarios. A mí, en cambio, muchos de sus poemas me conmueven. Tiernos, sencillos, algo cursis, como suele ser casi todo lo que nos inspira el perro de la casa, el más cursi de los animales. Aquí pueden conseguir el libro; búsquenlo; regálenlo. Yo hice una traducción libre de tres poemas dedicados a su perro Percy.
I ASK PERCY HOW SHOULD I LIVE MY LIVE
Love, love, love, says Percy.
And hurry as fast as you can
along the shining beach, or the rubble, or the dust.
Then, go to sleep.
Give up your body heat, your beating heart.
Then, trust.
LE PREGUNTO A PERCY CÓMO DEBO VIVIR MI VIDA
Ama, ama, ama, dice Percy.
Y corre tan rápido como puedas
por la resplandeciente playa, o en la basura, o en el polvo.
Luego, ve a dormir.
Entrega el calor de tu cuerpo, tu corazón palpitante.
Luego, confía.
PERCY AND BOOKS
Percy does not like it when I read a book.
He puts his face over the top of it, and moans.
He rolls his eyes, sometimes he sneezes.
The sun is up, he says, and the wind is down.
The tide is out, and the neighbor’s dogs are playing.
But Percy, I say, Ideas! The elegance of language!
The insights, the funniness, the beautiful stories
that rise and fall and turn into strength, or courage.
Books? says Percy. I ate one once, and it was enough. Let’s go.
PERCY Y LOS LIBROS
A Percy no le gusta que yo lea.
Pone su cara encima del libro y gime.
Alza los ojos, a veces estornuda.
El sol está en lo alto, me dice, y el viento no sopla.
La marea está baja y juegan los perros del vecino.
Pero Percy, le digo, !las ideas! !La elegancia del lenguaje!
Las visiones, el ingenio, las hermosas historias
que se alzan y se pierden y se transforman en fuerza, o en coraje.
¿Libros?, dice Percy. Me comí uno una vez y fue suficiente. Ya vámonos.
LITTLE DOG’S RHAPSODY IN THE NIGHT
He puts his cheek against mine.
and makes small, expressive sounds.
And when I’m awake, or awake enough
he turns upside down, his four paws
in the air and his eyes dark and fervent.
“Tell me you love me,” he says.
“Tell me again.”
Could there be a sweeter arrangement? Over and over,
he gets to ask.
I get to tell.
PEQUEÑA RAPSODIA PERRUNA EN LA NOCHE
Él pone su mejilla contra la mía
y hace pequeños, expresivos sonidos.
Y cuando despierto, o medio me despierto,
él se echa boca arriba, sus cuatro patas
en el aire y sus ojos oscuros y ansiosos.
“Dime que me amas”, dice.
“Dímelo otra vez”.
¿Puede haber un acuerdo más dulce? Una y otra vez,
él pregunta.
Y yo respondo.
Diálogo
Mamá: ¿Qué quieres comer hija?
Hija: Quiero comer cuentos.
Mamá: ¿Qué?
Hija: Sí, Gruffalo con sprinkles.
Comentarios
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