Varias veces, en mi infancia, personas a mi alrededor se burlaron de mí por tratar a los animales como amigos. Su motivación era, generalmente, pedagógica; querían iniciarme en lo que suponían un conocimiento necesario para la vida: los humanos aquí, los animales allá.
En el mundo en que crece mi hija por suerte esas burlas son cada vez más difíciles. El reconocimiento de que otras formas de vida son dignas de nuestra amistad (algo que varias plantas y animales nos concedieron hace mucho) se ha vuelto casi común, o al menos va camino a serlo. Entendimos, por fin, que no sólo se es amigo entre iguales. Amigo es todo ser cuya muerte nos duele o nos pasma o nos abruma. Podemos construir recuerdos, cuidarnos, extrañarnos, intercambiar afectos, deseos, sueños, en fin, compartir una vida, con quien jamás comprenderemos ni nos comprenderá.
Entre las amigas de mi mamá, por ejemplo, hay varias que no caminan ni conocen la escritura. Nada piden con la boca (porque no tienen), pero si mi mamá les da agua o luz o sombra, ellas responden con flores y colores; se ponen derechitas. Cuando una se enferma, mi mamá se ensombrece porque esa planta había llegado a su casa para reverdecer. Le habla entonces a la planta como si ésta fuera una humana hispanohablante y la planta, que evidentemente ignora el español, de algún modo lo decodifica y se mejora. O se despide. O piensa: “A esta humana solo le falta florecer”. Mi mamá humaniza a la flor y la flor la florifica, como hacemos siempre con los amigos.
En sentido estricto, de hecho, quizá la amistad interespecies sea el modelo al que debamos aspirar en todas nuestras relaciones, la amistad en su forma más pura, librada de la envida y la competencia, ignorante de logros y opiniones. La amistad sin vanidad.
Pía Pera
Poco antes de su muerte, la escritora y traductora italiana Pía Pera publicó Aún no se lo he dicho a mi jardín, un libro en el que le confiesa a su jardín que tiene una esclerosis que la reducirá a la inmovilidad de las plantas y, eventualmente, le impedirá cuidar de él. El libro es a la vez una declaración de amor y una celebración de la lentitud y la paciencia, los atributos sobre los que reposa la sabiduría de las plantas. Quizás el mejor retrato de la felicidad que Pera descubre en su jardín sea un poema sin título de otra italiana, Patrizia Cavalli, quien también conversa maravillada con sus flores:
Bueno, veamos entonces cómo floreces,
cómo te abres, de qué color son tus pétalos,
cuántos pistilos tienes, qué trucos usas
para esparcir tu polen y repetirte,
si tu floritura es lánguida o violenta,
qué postura tomas, adónde te inclinas,
si al morir te marchitas o te pudres,
dále, yo miro, tú floreces.
Si quieren saber un poco más de Pera antes de decidirse a leerla, aquí encuentran las primeras páginas de su libro. El texto original del poema de Cavalli que traduje está aquí.
Alonso Sánchez Baute
Pero lo mío, como ustedes quizás ya saben, son los perros. En particular los callejeros, los chandosos, los que no tienen madre ni padre y perdieron su raza tras generaciones y generaciones de mezclas. Así eran Tony y Tango y La Negra (mi Negra), a quien di su último paseo y vi apagarse sobre la mesa de un hospital mientras yo lloraba desconsolado, con un abandono que sólo volví a sentir cuando murió mi papá.
Estos perros que tanto quise me dejaron, creo, la aficíon por leer libros sobre perros. El último que leí, La mirada de Humilda, cuenta la historia de la amistad entre Humilda y el escritor Alonso Sánchez Baute, el humano que la acompañó los 14 años de su vida.
Sánchez Baute, que en Colombia es reconocido por su obra literaria y periodística, en este libro es simplemente un hombre que cuida a su perra: le rasca la panza, la lleva al parque, la acompaña en maratones de NatGeo, pasa el día echado a su lado (ella en un cojín, él en la silla de un escritorio), en fin. Mientras la suficiencia de los gatos ha inspirado filosofías, la cursilería de los perros apenas invita a la reflexión. Por eso ante ellos de nada sirve presumir o inventar teorías. Los perros nos reducen a lo esencial, nos libran de las poses. ¿Quién aparenta ante su perro? Sánchez Baute dice que a él Humilda lo hacía flotar y sólo le pedía lo que ya le daba: cariño.
Si necesitan un empujón para leer el libro, aquí pueden hojear una selección de los textos de Sánchez Baute. Las primeras páginas de Al diablo la maldita primavera, su primera novela y ya un clásico de la literatura LGBTI en América Latina, puede ser un buen lugar para empezar.
Diálogo
Hija: Papá, papá, no lo vas a creer, con Isaura vamos a hacer una fiesta temática.
Papá: ¿Y cuál es el tema?
Hija: Tú te vas a disfrazar de jaguar, mi mamá de tigre, el perro de gorila…
Papá: ¿Y tú?
Hija: Yo soy la dictadora, yo voy a mirarlos.
Comentarios
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Que buen escrito y buena reflexión claro que si las plantas y los animales nos hablan y solo nos piden cariño y atención y después se ponen hermosos con tan poco
https://www.iprofesional.com/legales/367196-fallo-declaro-a-una-puma-animal-no-humano-sujeto-de-derechos